La ubicación del hotel es estupenda para quienes quieran tranquilidad... al final de una calle poco transitada, al lado de un prado y con vistas al mar. Además está a pocos kilómetros del aeropuerto de Copenhague. Por el otro lado, queda bastante lejos del centro de Copenhague. En lo referente al hotel en sí... el estado general, falto de renovación. Da la impresión de que no se ha hecho nada desde los 70. Las habitaciones de la 2ª planta son abuhardilladas, pequeñas y viejas. Los colchones se deberían haber cambiado ya hace por lo menos cuatro años. El baño es minúsculo y sumamente básico. La limpieza no parece ser algo primordial... las telarañas del techo y de la ventana me acompañaron las dos noches que pasé allí. El WiFi pésimo, muy lento y con desconexiones constantes. En vez de "televisión por cable" deberían poner "canales básicos"... 14 daneses, 1 inglés y 1 alemán. El alojamiento no incluye desayuno, por lo que no puedo opinar. Eso sí, cobrar, cobran bien... Aunque para ser objetivo hay que decir que el alojamiento en Dinamarca es bastante caro en general para los servicios y comodidades que ofrecen.