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La habitación era muy pequeña y cada vez que me movía tenía que mover la maleta. La silla del escritorio se tropezaba con la mesilla de la cama y si tenía la maleta abierta no podría abrir la puerta de la habitación. La calefacción no funcionaba. Menos mal que había un pequeño calefactor. La habitación estaba en el primer piso, no había ascensor y las escaleras eran muy empinadas por lo que tanto para subir la maleta como para bajarla corría un riesgo y cada paso que daba suponía golpear la maleta contra las escaleras con el consiguiente ruido para el resto de usuarios del hotel. Para colmo en recepción en lugar de ayudar, con ironía exclamaron: "¡Oh, cuanto ruido! Pensamos que se había caido por las escaleras." Nunca dijeron: "¿Necesita ayuda?"
FERNANDO
Viaje de negocios de 1 noche