Situado a escasísimos meros de la Frauenkirche, la recien reconstruida iglesia de Nuestra Señora, la situación de este hotel, tìpicamente ejecutivo, no puede ser mejor, si bien a su alrededor pululan otros múltiples hoteles, tanto inferiores como superiores en categoría; este es el centro de lo poco que se ha reconstruúido de la bellísima Dresden. Su arquitectura simple y funcional, le daría el título de moderno y confortable en cualquier ciudad o país, y ése sería sin duda su defecto para los amantes de los hoteles señoriales y con caracter. Este hotel podría estar en cualquier barrio moderno de cualquier ciudad del mundo, salvo sin duda por su pub en el ático, el "Twist", cuyos ventanales ofrecen una vista de la célebre cúpula que es sin duda lo mejor del edificio.
Las habitaciones son amplias y confortables. El desayuno, extenso y variado como es costumbre en Alemania,pero ni es tan extenso como en los grandes hoteles como los Kempinsky, ni desde luego disfruta de la gran calidad de bufetes más reducidos, pero elaborados con cariño. Mucha comida, de baja calidad. Carece de personalidad propia, y sobre todo de calor, este modernísimo hotel, que debe ser el único de no ya de Alemania, sino de toda Centroeuropa, que no deja un un bombón de chocolate sobre la almohada del huésped.
Añadir únicamente un afectuoso reconocimiento a los jóvenes de la recepción, que aunque inexplicablemente no hablan español (Innside by Meliá), son no solo amables, sino realmente acogedores.