Muy positiva en términos globales. La chica de recepción nos atendió de lujo. Yoselin se llama. Las otras chicas también, aunque el trato de Yoselin destacó. Las habitaciones limpias y el interior del hotel podríamos decir que novedoso, con un estilo especial, moderno, desenfadado. El desayuno caro (aunque estuviera bien renunciamos a él). El entorno no está mal y hay un mercadillo cercano donde puedes hacer las compras de última hora para regalar (un queso típico, etc.). Tamibén una especie de centro comercial anexo (de Hallen se denomina también - si entras desde la parte cercana del hotel la entrada no está bien indicada-) con bastantes kioskos-restaurantes de comida de diferentes estilos y nacionalidades. Se come en mesas centrales y puedes combinar la comida a tu gusto. Y cerveza, claro (tóme una IPA). Hay que ir al centro en tranvía, pero si le cojes el tranquillo y compras el bono para 1,3 ó 4 días (según los días que estés) es muy cómodo y rápido (pasan varios tranvías, el 7, el 17, etc.). Por la noche hay especie de bus "buho" que también te deja cerca (aunque logicamente con menor frecuencia que el tranvía que es hasta las 12,30 creo).
Por decir algo no tan positivo, las camas individuales son pequeñas.