El hotel, sin renunciar a ninguna de las comodidades actuales de un establecimiento de su categoría, tiene el encanto de mantener su entorno, como, por ejemplo, en el mobiliario, que corresponde a la fecha de su nacimiento. Todo en él se mantiene en condiciones perfectas de restauración. Los baños, sin embargo, al menos el de mi habitación, están totalmente renovados (son nuevos), aunque manteniendo algunos aspectos decorativos, como es el caso de los grifos, del pasado.
Por otra parte, su personal es especialmente amable y eficiente.
Quizás la única objeción pueden ser sus precios que son elevados, pero, por otro lado, nada por encima de los vigentes en Londres para un hotel de similar categoría, en un área como en la que se encuentra de The Gore.