Reservamos aquí porque habíamos leído en varios blogs de la Ruta 66 que los moteles de la cadena Super 8 estaban bastante bien, y para nosotros fue un auténtico desastre.
Para empezar, la simpatía de la recepcionista brillaba por su ausencia. Nos dio una habitación del 2º piso (sin ascensor) y cuando abrimos la puerta, el olor que salía era insoportable. Ni siquiera llegué a entrar las maletas. Me fui a recepción para ver si me podían cambiar la habitación y, después de mirarme mal y un poco a regañadientes, me dieron otra habitación que también olía mal, aunque no tanto como la anterior. A parte del olor, que no se si hubiéramos llegado a acostumbrarnos, la silla se veía sucia de manchas y ya empezó a darnos asco todo, así que al final decidimos salir de allí y buscar otro hotel para pasar la noche. Evidentemente, del Super 8 no nos devolvieron nada del importe pagado.