El hotel está situado en un barrio muy tranquilo y lleno de antiguas villas señoriales, muchas de las cuales ahora son embajadas, la de EEUU está solo a un manzana de distancia. En general no hay ningún bullicio porque apenas hay tiendas, solo algunos restaurantes y hoteles buenos en los alrededores (Via Veneto está a 100 metros).
Sinembargo se puede ir andando en 10 minutos o menos a zonas más animadas (Plaza Barberini, Plaza de España con sus escalinatas, etc). Varios autobuses paran casi en la puerta, con lo que la comunicación es muy cómoda.
Habitación muy limpia, (aunque nos tocó una algo pequeña, ropa de cama perfecta, así como el cuarto de baño.
Aunque algunos piensan que la decoración es muy recargada, a mi no me disgusta, va al tono con la zona y con lo que es la Roma clásica en general.
El personal es bastante amable, incluso te guardan las maletas si necesitas quedarte en Roma después de dejar la habitación.
Lo mejor son sis desayunos en la terraza del hotel con unas vistas de Roma muy bonitas, además con un buffet amplio y variado.
Por poner una pega, te ofrecen una "welcome drink" pero solo puedes tomar vino blanco o tinto, si quieres una coca-cola no puede ser. No le veo sentido, porque a lo mejor no te gusta el vino.