Nada más llegar, sospeché que lo iba a pasar muy bien. El último día, quería quedarme a vivir allí.
Hemos estado 7 amigos durante 5 días en el hotel. De los 7, 3 estuvimos en una habitación doble con cama supletoria, y 4 en la suite con mega-terraza.
La lista de puntos fuertes del hotel es interminable, así que contaré lo puntos negativos, que básicamente son 2:
Recomiendo las habitaciones con vistas al mar, ya que en el otro lado del hotel (del lado del bosque), las chicharras (o grillos) cantan sin parar y son molestas. Nosotros no llegamos ni a oírlas del lado del mar.
Y el segundo punto a mejorar es el estado de las bicis de alquiler, con las que fuimos a visitar la cueva de Neptuno (a 12 km). El cambio de marchas no funcionaba bien en ninguna de las bicis.
Lo que más nos ha gustado es la proximidad de la playa (la mitad de la playa es privada), está al pie del hotel, cuenta con tumbonas, sombrillas, e incluso zona de césped y duchas para subir al hotel con los pies limpios.
También destacaré las piscinas (una de ellas de agua de mar), el sistema de préstamo de toallas (gratuito), wifi gratis, las veladas en la terraza tomando mojitos o stingers (con pianista en directo), la simpatía de los empleados (desde las recepcionistas hasta los socorristas), los desayunos-buffet (adaptados a todos los gustos, ya sean copiosos o frugales). Y las vistas, ¡qué vistas!