Ubicación inmejorable, muy a mano para ver la ciudad, se llega directo en tren desde el aeropuerto, muy cerca de la estación central. Las habitaciones son grandes y, en general cómodas. Están más o menos limpias pero le hace falta una renovación a fondo. El envejecimiento de muebles puertas, etc a veces da sensación de más sucio de lo que está realmente. Supongo que el personal que hace la habitaciones será escaso, porque las habitaciones se nota que estan hechas "demasiado rápido" (camas sin estirar, almohadas "tiradas" encima de la cama...). El desayuno, aunque no es muy variado, es de calidad aceptable. Se echaba en falta un colacao para los peques, aunque el café era bueno. Nada de leche sin lactosa, etc. tampoco. El personal, en general, de recepción, en el desayuno, etc. muy atentos, amables y pacientes con la dificultad de gestionar un grupo de 15 (8 adultos, 5 adolescentes y 2 niños pequeños). Entendemos que lo de las escaleras tan empinadas, como la invasión y cuidado que tienen que tener los peatones con los millares de bicis, como el "olor a libertad" (los coffeeshop por decenas), nos chocan a los que vamos de otros países, pero no es para poner mala nota al hotel. Se nota que es un edificio antiguo y las casas se hacian así. Desde luego no es una ciudad "accesible" para personas con capacidades diferentes, pero está complicado conseguirlo sin quitarle la esencia a la ciudad. Y por supuesto, para los que vayan desde España, todo es muy caro. Todo.