Este hotel ofrece una estadía maravillosa tanto para el turista nacional como el extranjero. Cuidan cada detalle para que todo funcione de maravilla. El personal (recepción, botones, restaurante, lechería, seguridad en la entrada, mantenimiento y limpieza) es sumamente amable. El señor de la lechería nos dio una charla muy entretenida. La capilla es una de las más hermosas del país, pues su techo tiene más de 300 cerámicas pintadas a mano que recogen tradiciones importantes de Costa Rica. De hecho, sería una buena idea tener a alguien explicándolas, al menos en ciertos horarios. Las caminatas son agradables, nada demandantes y con un espectáculo de colibríes bellísimo. Un único consejo para los huéspedes es traer repelente, pues aunque no hay mosquitos de noche aparecen insectos propios del bosque nuboso. El desayuno es delicioso e incluye quesos, yogurt y jaleas hechas en el hotel. Con respecto al menú de la aunque los precios no son exageradamente caros, sería bueno incluir al menos un par de platillos con un precio más cómodo, pensando en el turista nacional. Gracias por tan linda experiencia.