Tenemos experiencia en estadías de todo tipo de hoteles de varios países, pero nunca hemos sufrido el destrato, desagradable actitud y casi mala educación como la vivida en el desayuno del 25 de mayo pasado con la encargada del salon: se quejaba que no habia personal (que a mi no es mi problema), comandaba el ritmo de desayuno como militar enojado, exigiendo servirnos una sola vez y en el orden que ella establecía, por supuesto sin respetar los habitos personales de alimentación. De hecho se enojó mucho porque me había olvidado de pedirle jugo. Todos los pasajeros de esa mañana que desayunábamos, nos mirabamos sin saber si reirnos o irnos