Es un hostel a unos 30 minutos del centro de Copenhague en bus que pasa con mucha frecuencia, cada 15 minutos. Vale la pena alojarse ahí por si entorno tranquilo. El dueño es encantador, se desvive por cualquier problema que te surja (tuvimos retraso en el vuelo y nos dio muchas facilidades para acceder sabiendo que la recepción ya cerraba). Habla un poco de español, lo que se agradece. La habitación de 4 bien, cómoda y baño privado, sin lujos pero muy bien. Hay nevera grande dentro. Hay dos cocinas compartidas, mejor la grande, en la que puedes cocinar y guardar lo que quieras. Son muy respetuosos. Si volviera a Copenhague me alojaría de nuevo aquí.