Un hotel familiar al que se accede en un ascensor; la recepción está en la tercera planta. Da la impresión de piso grande rehabilitado. Para una estancia corta mientras visitas la cuidad (que tiene mucho que ver) está muy bien, tanto por ubicación como por precio. Transmite un aire, en el tratamiento y la forma de gestionarlo, de hotelito rural... pero en el centro de la ciudad.
El desayuno es bueno; muy curioso el surtido de confituras. Platos más elaborados (huevos pasados por agua o tortillas) te los hacen bajo demanda preguntando a los propietarios (que son los que llevan en hotel).
Tanto el hotel como la habitación da impresión de estrechez y oscuridad, las vistas no son buenas, y el baño está bastante anticuado. Pero es limpio y cómodo.
Hay WiFi gratis, aunque hay que llevarse la contraseña en el bolsillo porque te tienes que logar cada vez que llegas al hotel.