El hotel muy lindo, limpio, la vista maravillosa. Tengo 56 años y pasó algo... el hotel tiene una tienda de cerámica hermosa. El hombre que la atiende, es un hombre muy alto, con el pelo largo y barba larga. El cual se portó muy amable con mi esposo y conmigo, todos los días nos saludaba e intentaba vender sus cerámicas, la 7⁰ y última noche que dormimos ahí, fuí a su tienda a pedirle su tarjeta para comprar desde México, me invitó a ver otro salón de mercancía en el piso de abajo y accedí, ahí a solas me abrazó y besó, diciendo que era bonita, el hombre jadeaba. Pude zafarme con el pretexto de tomar fotos a sus jarrones y subí corriendo. El hombre me llamaba para que volviera. No lo denuncié ni le dije a mi esposo (que usa silla de ruedas) por miedo de estar en un país lejano. Espero que ésto sirva a otras mujeres que visiten Estambul. Qué lástima que haya éstas situaciones en un país tan maravillo, al cual fuí por segunda vez, pero nunca más volveré.