Es un alojamiento donde te encuentras como en tu propia casa, muy familiar. Las habitaciones son grandes y espaciosas, la nuestra, disponía de baño con ducha, una terraza, con vistas a la sierra y al pueblo de Torrox, con una mesa y 2 sillas, dónde se puede disfrutar de la lectura de un buen libro. El desayuno es abundante, con zumo de naranja natural!!, fruta, café, pastas...
El trato personal, que nos dispensaron José y Nieves, ha sido excelente, muy familiar y cercano.
Al haber viajado en Mayo, no pudimos disfrutar de la piscina, limpia y cuidada.
Sin duda, si volvemos a viajar por la zona, volveremos a alojarnos allí.