El hotel está justo detrás del Vaticano por lo que la ubicación no está tan mal, un poco retirado de todo, pero depende para donde vayas. En cuanto al hotel escasea en limpieza, no entran ni una sola vez a limpiar o a arreglar las sábanas, la ducha estaba sucia así como el resto de cosas. El servicio es amable para la recepción pero después no los vuelves a ver, si tienes algún problema... suerte si los pillas! El desayuno olvidaros de el, solo hay una máquina que si quieres cualquier cosa te toca pagar eso si 1€ por casi todo, por dos magdalenas o dos galletas o un agua... también hay una máquina de café y bolleria indistrial todo dentro de las máquinas para comprar. En general decepcionada por el servicio, no creo que se deba pagar 50€ por esto y estar una semana sin ningún tipo de higiene.