Nuestra estancia en Vila Zeus dejó mucho que desear. Desde nuestra llegada, comenzamos a sentirnos incómodos. Al llegar al parking, un hombre que parecía ser un vigilante nos observaba con una mirada inquietante. Aunque intentamos ser cordiales y le saludamos, él ni siquiera se molestó en devolver el saludo, manteniendo una expresión que resultaba perturbadora.
En cuanto a la recepción, no tengo quejas, el personal fue amable y el chico del turno nocturno se mostró dispuesto a ayudarnos a imprimir las tarjetas de embarque para el vuelo. Sin embargo, la experiencia positiva en la recepción fue lo único rescatable.
La habitación dejó mucho que desear. El desagüe de la ducha estaba atascado, lo que provocaba que se acumulara un charco de agua cada vez que alguien se duchaba. Esto no solo resultaba incómodo, sino también desagradable, pues daba la impresión de estar en un entorno poco higiénico.
Para colmo, a las 5 de la mañana nos despertamos por un atasco en la entrada del aeropuerto cercano. Los pitidos de los coches y autobuses fueron constantes durante casi una hora, interrumpiendo nuestro descanso de manera notable.
En resumen, mi estancia en Vila Zeus estuvo marcada por momentos de incomodidad y frustración. No recomendaría este lugar, especialmente si se busca una estancia tranquila y libre de problemas.