Ubicación formidable a unas decenas de metros de old town - Kissimmee y cerca a comercios de todo tipo.
Muy buena la atención por parte de la señorita del front desk, Jennifer, si no estoy mal: Atenta, colaboradora, amable. La habitación en regular estado: cortinas con agujeros, pisos manchados, campana y estufa de cocinas nuevas, nevera grande y funcional (abría hacia la izquierda, curioso), bañera manchada y antigua pero funcional, tasa de baño nueva. Todo así: unas cosas buenas y otras no tanto.
El hotel queda al final de una calle sin salida, por lo que se encuentra muy callado a pesar de estar cerca de una calle principal. Lo no tan bueno, es que hay personas que al parecer viven casi de manera permanente en en las unidades, por lo que se ven a sus anchas (salen fumando en medias y chanclas, discuten, etc) y se la pasan merodeando por allí.
¿Volvería? Posiblemente