Ubicado cerca de todo pero no en el centro la acción, esto lo vuelve un hotel muy privado y permite a su personal conocer a sus huéspedes, lo cual nos hizo sentirnos muy bienvenidos, especialmente por Ana en el front desk. Las habitaciones no tienen lo ultimo en equipamiento pero el tamaño y distribución es el adecuado, son cómodas, limpias y la vista hacia el atardecer de Oia es perfecta e interrumpida. El desayuno lo preparan delicadamente para cada huésped y es muy recomendable tomar el tour del barco que ellos ofrecen, hay barcos mas grandes y lujosos, pero este es mas pequeño y privado, los demás llevan unos 30 pasajeros, nosotros éramos solo 3 parejas.