Me gustó todo. El personal, desde el primer momento, es cercano, de trato muy agradable y respetuoso, siempre dispuestos a ayudar en lo que haga falta.
El hotel es precioso, cuenta con muchos servicios, magníficos restaurantes cuyos trabajadores te hacen sentir muy a gusto, siempre pendientes de todo, limpieza diaria, cambio de sábanas y toallas a diario, botellas de agua gratuitas a diario en la habitación, así como jabones y champús, servicio de comida a la habitación por un precio muy asequible, además de tener el bonito detalle de dejar encima de tu cama pétalos de rosa (a veces en la bañera también) y nunca falta el jazmín. Muy detallistas en este sentido, lo que le hace a uno estar muy satisfecho y vivir una experiencia digna de repetirse. El café y el té del minibar (con calentador de agua incluido) son gratuitos, lo que se agradece mucho.
La piscina impecable, con toallas personales y agua fría para beber a disposición de los usuarios.
La zona de la playa acotada por el hotel y pertenienciente a éste cuenta con seguridad privada y bar de bebidas, así como ducha y, si uno quiere y aunque no forme parte del hotel, hay justo al lado un servicio de paseo a caballo y dromedario.
En general mi experiencia ha sido sobresaliente, reseñando por último los buenos servicios de masajes, el spa y la sauna, la comida (buffet libre con todo lo imaginable para el desayuno, y un café buenísimo), y sobre todo profundamente agradecido por la magnífica atención de sus trabajadores.