El hotel está situado a 15 minutos a pié del metro más cercano, cuando llegamos, el recepcionista, un señor mayor, se tomó unas confianzas inauditas, grosero y chillón, muy mal recibimiento, la habitación sucísima, tenía la moqueta llena de porquería, las camas incómodísimas y lo peor, no nos limpiaron la habitación ni un día, se limitaban a cambiar las toallas, en la encimera del lavabo estubieron los vasos sucios de toda la semana, no vaciaron ni la papelera, un desastre, lamentable.