Ubicado en el bulevar con más vida de Tel Aviv, tanto de día como de noche, sobre todo en Shabbat q prácticamente toda la ciudad se paraliza. La insonorizacion de las habitaciones es perfecta, no se oye ni entre habitaciones ni la calle. Las vistas desde las habitaciones con vista al bulevar son geniales. La terraza del último piso está muy bien para tomar algo relajadamente tras llegar de recorrer la ciudad. El mini bar es gratuito y lo reponen cada día. Del Desayuno mejor no decir nada, hay que disfrutarlo, una calidad y un servicio inmejorables, jamas ningún hotel me había sorprendido tanto. Sin duda para mi es la mejor opción en esta maravillosa ciudad.