El lugar es un paraíso, y sin duda tienen la mejor ubicación si de ir a relajarse se trata. Lindo ver que enfrente de la playa hay un domo de arena por el cual puedes caminar tanto hacia la zona hotelera como a una reserva para avistamiento de aves.
Que no gustó:
1. Playa privada llena de sargazo, no se puede usar. (El equipo estaba limpiando constantemente, la realidad es que si es una actividad qué hay que hacer diario, honestamente no es algo que deban ofrecer como algo bueno del hotel, deberían poner letras chiquitas “la playa no se puede usar”.
2. Hay 3 albercas, las 3 están heladas. Incluso parece que una es un jacuzzi. Cómo veníamos de un temporal (justo el día anterior a nuestra llegada había terminado) nos comentaron que tomaba un rato en calentar, JAMÁS sucedió. El clima estaba “fríon” era importante ofrecer agua tibia para deleite de los huéspedes, estaban abandonadas las albercas.
3. La carta de alimentos en el restaurante, muy básica, si bien el desayuno era “rico” y “variado” (si eres gringo y/o europeo), la neta con la variedad de alimentos que ofrece la región e incluso, con las cartas de los vecinos como “las hamacas”, o el restaurante Luuma, se quedan por por debajo. Todas las noches buscamos salir a otro lado a comer. No todas las opciones buenas, pero si mucho más variadas, tanto en el pueblo como en otros hoteles.
4. PRECIOS ALTÍSIMOS para cualquier mexicano, incluso si es muy rico, no entenderías por qué te cobran 300 pesos por una tostada.