El lugar es una belleza. Ubicado en el corazón de la ciudad, en el histórico edificio en donde se firmaron los Tratados de Córdoba, este pequeño hotel, remodelado con un gusto exquisito, cuenta con habitaciones temáticas bien equipadas, limpias y pudiéramos decir, artísticas. Las amenidades, excelentes: L'Occitaine en el baño (con una ducha generosa), café express de cápsula en la habitación (cortesía), y todo lo demás. Nos quedamos en la suite 'Mulata de Córdoba'; recomendamos al viajero escoger una habitación lo más alejada posible de la calle, dado el bullicio natural de un primer cuadro de ciudad veracruzana. A mejorar, el servicio matutino errático y poco amable en Recepción; la persona encargada del turno vespertino, otra cosa: amable, servicial y eficiente. El restaurante Balcón del Zevallos, en la planta alta, muy recomendable (aunque no forma parte del hotel). De agradecer, el servicio cordial por parte de la encargada del lugar, Yolanda, quien con una sonrisa eterna y un equipo de trabajo competente resuelve siempre.