Fuimos un amigo y yo. Tuvimos la suerte de probar dos habitaciones distintas, aunque la primera noche fue un lapsus y nos dieron una habitación de pareja, con cama de matrimonio, inmensa cama. Había que atravesar recepción, y una serie de pasillos interminables, subir escaleras y finalmente llegamos.
La decoración de la habitación era muy sugerente, ciertamente erótica, en blanco invierno. Tenía hasta máquina de café tipo Nespresso. Muy moderna y lujosa, nos sorprendimos. Claro que tuvimos que salir a por un par de chicas para seguir el guión. Jules Joffrin no es la zona más animada, pero con el metro, tienes fiesta en diez minutos. Hay sitios chulos para cenar, y en la acerca de enfrente, el Blues-Bar, donde nadie toca Blues pero hay buena cerveza.
El desayuno excelente, había de todo. Jamón, queso, cruasanes, biscotes, nutella, mermelada, huevos duros, zumos, máquina de café y cacao (buena qualité).
Al día siguiente, sábado, decidimos cambiarnos a la doble que habíamos reservado en principio. Esta habitación estaba en la parte del hotel "sin reformar". Pero para subir no había que atravesar recepción, y además tenía ascensor. La decoración de la habitación era más normalita, y el baño más grande y rústico. Preferí esta habitación por ser más discreta.
Un día tuve un problema con la caja fuerte, porque no había Dios que averiguara como funcionaba, y una recepcionista, diligente, me ayudó bastante rato. Al final no conseguimos nada, pero es la intención lo que cuenta.