El Hotel está bastante bien. Limpio, el personal atento y las habitaciones amplias y con camas enormes de estupendo colchón y variedad de almohadas para todos los gustos. La nuestra era doble y me encontré dos camas de matrimonio y 4 almohadas de todos los tamaños en cada cama. Las habitaciones con vistas las tienen preciosas sobre Nápoles, y las que no disponen de un coqueto patio interior. El desayuno bufete no está mal pero es escaso para un 4 estrellas y el parking es gratuito, cosa que agradecí porque alquilamos coche. Jardines bonitos y un restaurante agradable donde no se come mal por buen precio.
La gran ventaja de hotel es a la vez su fallo: su ubicación. Es difícil de encontrar, pero una vez que lo consigues no es para tanto. Muy cerca del aeropuerto y de la Tangenciale, que es como una autopista de circunvalación, por lo que te plantas en seguida en sitios como Pompeya o Amalfi. Sin embargo, está un poco lejos de Nápoles centro, no mucho la verdad (unos 2 ó 3 km), pero sí lo suficiente como para tener que coger un taxi (unos 10 €), aunque el paseito andando es entretenido y cerca tienes visitas como el Museo de Capodimonte o las Catacumbas de San Genaro, muy recomendables. Bajábamos andando y subíamos en taxi.
Tienen un minibus que por las mañanas te acerca gratuitamente al centro, pero las veces que intentamos cogerlo nos pusieron mil excusas y al final no lo usamos.