El hotel tiene dos edificios separados (cercanos). Es un antiguo caserón reformado. La habitación (edificio adjunto) era grande, de techos altos, con decoración barroca, baño amplio, silenciosa, con wifi gratis y cómodo de usar, con caja fuerte y pequeño frigorífico. Solo notamos en falta un hervidor de agua en la habitación para hacer un té. Hay que subir escaleras (primer piso, pero alto), pues no hay ascensor. El desayuno es bueno (en una sala algo pequeña). El servicio muy amable y eficiente. La localización es estupenda (muy cerca del Gran Ganal, parada de vaporetto de San Stae), tranquila pero en el centro de Venecia.