La ciudad es de cuento de hadas, y este hotel va muy bien con ella. Es una enorme casona que alguna vez fue una cervecería, adaptada como hotel con muy buen gusto y mucha calidez. Tomamos una habitación cuádruple (no son fáciles de encontrar) y nos dieron una muy amplia y cómoda. Hay que tener ojo con la recepción, eso sí. Llegamos al hotel a las 8:30 pm y la persona que atendía nos dijo que estaba a punto de irse y dejarnos sin habitación, porque sólo se atendía hasta las 8 pm. Dijo que había tratado de cargar una noche en mi tarjeta de crédito para asegurar la reserva y el cargo le salía rechazado, lo cual es absurdo porque la tarjeta no tenía ningún problema, de hecho pagué con ella al día siguiente. Seguramente no estaba ingresando el número correcto. El caso es que nos hizo sentir que nos estaba haciendo un favor, al darnos la habitación. Un poco desagradable la situación, pero no quita ni pone a la comodidad del lugar.