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El encargado que es el dueño, estaba siempre de muy mal genio y tenía un cronómetro incorporado por lo que siempre nos apuraba para comer tanto en el desayuno como en la cena. No hablaba una palabra en español por lo que se hacía muy difícil la comunicación y es una obligación de los hoteles saber más de un idioma, sólo hablaba en el idioma local ni siquiera sabía inglés. El hotel era cómodo y limpio, pero nos olvidamos una campera en el placard, le mandamos un mail en italiano para coordinar el envío y nunca lo respondió. Los domingos no hay servicio de limpieza ni de cena. Y tampoco ofrecen almuerzo a pesar de ser un restaurante.
Cynthia
Viaje de 2 noches en familia