La relación calidad-precio es buena. Las habitaciones son confortables y amplias, con Wi-Fi, buen mobiliario, entre los que hay un armario y una cajonera, tv con cable, el baño también es amplio, hay secador de pelo. Estaría bueno, como no hay desayuno, que incluyera heladera. Un dato es que enfrente hay un supermercado y una panadería (en un primer piso) de una francesa que hace cosas ricas.
En general, estuvimos conformes, pero tuvimos algunos inconvenientes o situaciones extrañas. Las cabinas parecen ser un espacio complementario a un restaurante que sería la actividad principal del lugar. No hay recepción, por lo que cuando el restaurante está cerrado, no hay nadie encargado de la recepción y queda poco claro con quien tratar o dónde ubicarlo. Por ejemplo, al llegar no hubo mucha información acerca del hotel, sus horarios u otras reglas (que tampoco estaban en la habitación). La primera noche al retornar de un bar, alrededor de las once de la noche, el lugar estaba todo cerrado y oscuro. Tras varios minutos de estar llamando, golpeando, nos ingeniamos para entrar.