SE trata de un hotel grande (comparado con el resto de hoteles de la isla) que en algún momento debió de ser agradable. Está abandonado, obsoleto, con las instalaciones cochambrosas, donde nada funciona, ni wifi ni tv ni limpieza de la piscina, se caen las perchas, está todo viejo.
Muy lejos del centro, como a 20 min, caminando, es necesario taxi.
Lo rescatan algunos de sus empleados como Belén de recepción que es un encanto siempre dispuesta a ayudar y con una sonrisa y la mujer de los desayunos. Sólo merece la pena por eso y por el precio ya que es lo más barato que encontramos.
Hacen la habitación todos los días y se esmeran, pero las toallas vienen con pelos largos y morenos a diario.