El hotel muy céntrico. El personal de una amabilidad exquisito. Desayuno bueno y abundante, la única pega el café, que en vez de ser del que hacen allí, que es buenísimo, ponen del americano, agua teñida.
Te asesoran muy bien en cuanto a restaurantes, cosas que ver, fado, etc.
Si volvemos a Lisboa, repetiremos.